Una excursión por Navarra de cuatro mil franceses llamó la atención del joven campesino Francisco Espoz e Ilundáin. Tras viajar desde su pueblo Idocin (Navarra) hasta Pamplona a visitar a dos de sus hermanos y a su sobrino Javier, se encontró con la visión de una columna de cuatro mil soldados franceses que entraron en Navarra y en Pamplona el día 9 de febrero de 1808 bajo el mando del general D armagnac, el cual dijo traer pasaporte y órdenes del generalísimo de España para entrar en Pamplona.
Cuando pocos días después, los franceses se apoderaron a traición de la ciudadela de Pamplona, Francisco Espoz se incorporó al ejército regular en Jaca. Tras rendirse Jaca, escapó con otros compañeros para incorporarse a la partida que con el nombre de «Corso terrestre de Navarra«, dirigía su sobrino Javier Mina el Mozo. Actuaban por toda Navarra, Baztán, Elizondo, Amaiur, Olite, Ochagavía, Ujué, Tafalla, Artajona, Estella, Puente la Reina, Sangüesa, etc. Las guerrillas de Navarra en aquellos primeros tiempos no tenían sujeción directa a ninguna autoridad superior. Acudían allí donde se anunciaban enemigos a combatir con alguna ventaja.
Tras ser apresado su sobrino Javier, en Navarra operaban tres grupos guerrilleros de consideración, algunos de los cuales actuaban más como bandoleros y ladrones que como luchadores contra los franceses. Mientras en abril de 1810 Javier Mina tuvo que viajar preso de Pamplona a Francia para ser encerrado, un pequeño grupo de sus hombres formado por Manuel Gurría de Olite, Luis Gastón, el chiquito de Tafalla, Tomasito, Sarasa y al que eligieron su líder Francisco Espoz y Mina ( Mina para conservar el buen prestigio que se ganó Javier) formaron un grupo guerrillero que con el tiempo absorberá los otros grupos navarros formando un auténtico ejército que en momentos llegó a reunir a ocho mil hombres y que se calcula que mató o capturó a más de 16.000 soldados franceses
Curiosamente, Francisco Espoz y Mina, que concluyó la guerra contra los franceses con el grado de Mariscal de campo que le concedió la Regencia, considerado por sus contemporáneos como «el héroe de la nación española» y considerado por los franceses como «el rey de Navarra», acabó expatriado en Francia al intentar proclamar en 1814, la constitución de 1812 en Pamplona.
Con el triunfo del alzamiento liberal en 1820, regresó a Navarra y proclamó la Constitución en Santesteban, siendo nombrado Capitán General de Navarra y Cataluña.
Fue de los últimos que aguantó al ejército de «los cien mil hijos de San Luis» cuando entró en España para restaurar el régimen absolutista de Fernando VII, tuvo que capitular y huir a Inglaterra donde fue acogido como un héroe romántico.
Volvió para combatir a los carlistas hasta que murió en Barcelona en 1836.
Su cuerpo está enterrado en un mausoleo en el claustro de la catedral de Pamplona. A pesar de toda esta vida llena de aventuras, en Navarra por lo que más se le recuerda con un poco de rencor, es por haber quemado el castillo-palacio de Olite para evitar que los franceses se hicieran fuertes en él.
El palacio de Olite restaurado tras la quema de Espoz y Mina.