Por las montañas fronterizas de Navarra, en Baztán, Irati, Roncesvalles o Quinto Real, entran cada año millones de palomas hacia la península ibérica. Una invasión que amenazaba todos los monumentos, estatuas y tejados que habían sobrevivido a los bombardeos de la guerra civil.
Pero esta vez el bombardeo era químico, millones de defecaciones de aves columbiformes, conocidas popularmente como «cagadas de paloma» caían desde el cielo causando la alarma social. El gobierno intentando tranquilizar a la población anunciaba mensajes que decían que la paloma era un símbolo de paz y que si te cagaba una paloma en la cabeza, era señal de buena suerte. Esto hizo que de repente la gente en vez de combatirlas comenzaría a alimentarlas con migas de pan y gusanitos. Las palomas se adueñaron de las plazas desplazando a los autóctonos gorriones que tuvieron que emigrar en busca de nuevas oportunidades.
Franco entonces se dio cuenta de lo que estaba pasando, estas aves que venían del norte de Europa, estaban siendo enviadas por los comunistas como una nueva arma de destrucción masiva. Había que hacer algo inmediatamente para detener esta invasión que amenazaba España.
La primera idea de Franco fue la de construir un gran muro, pero los arquitectos vieron que no había en el país suficientes ladrillos para semejante empresa, así que el Generalísimo tomó la drástica decisión de construir miles de bunkers en las zonas por donde el enemigo pasaba la frontera sin documentación alguna y burlando las aduanas.

Bunker en el Pirineo de Navarra
La zona de Navarra era la más fácil para atravesar los Pirineos al tener las montañas de menor altitud, así que fue allí donde se construyeron gran parte de ellos. Pero el pánico estaba instalado de tal manera en el gobierno que para evitar que las diabólicas palomas pudiesen intentar atravesar la frontera por otros puntos de la cordillera, decidieron no escatimar en gastos y llenar todos los Pirineos de bunkers desde el Cantábrico hasta el Mediterraneo.
La idea no fue buena del todo, los bunkers, agujeros escavados en la tierra, estaban muy bien camuflados y pasaban desapercibidos para las palomas que no los podían ver, pero los huecos que construyeron para disparar las ametralladoras no fueron bien diseñados para disparar hacia las alturas.
Tiempo después se tuvo la idea de colocar andamios de gran altura camuflados entre los árboles desde donde podían disparar con más facilidad al enemigo aéreo. A día de hoy hay muchas personas solidarias escopeta en mano que cada otoño montan guardia en estos andamios llamados palomeras intentando evitar que nos sigan invadiendo.
Las palomas aseguran que solo están de paso en su camino a África para pasar el invierno pero todos sabemos que muchas de ellas se quedan en el país sin papeles y defecando sobre nuestro patrimonio.
Hay historiadores «serios» que dicen que Franco mandó construir los bunkers por temor a que una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, los aliados vendrían a por él. Pero a mí no me engañan…..cuantos aliados intentaron entrar en España? cero, cuantas palomas entraron? millones. A día de hoy seguimos pagando el error de no haber actuado antes.