En cada excursión por la Selva de Irati de Navarra obtenemos una visión diferente. En cada visita el paisaje tiene un color diferente, una luz distinta, un clima cambiante.
En nuestro último viaje observamos que ya no quedan rebaños de ovejas en la sierra de Abodi, las Bardenas Reales acogieron a muchas de ellas en el mes de septiembre y Ochagavía y el valle de Salazar han recibido a las últimas en bajarse de las alturas de las primeras montañas de los Pirineos. Aún quedan sin embargo, algunos caballos, que con su fortaleza, aguantarán aquí hasta las primeras nevadas.
Preparando las últimas ovejas para bajarlas a los valles.
Mientras tanto, el bosque se va preparando para la llegada de un invierno que ya nadie sabe si llegará. Al mismo tiempo en que nosotros nos desprendemos de chancletas, bañadores o camisetas, los árboles de la
Selva de Irati van regalando sus hojas al suelo para dar abrigo, protección y colchón a los habitantes del bosque.
El bonito color de las hojas está ahora en los árboles y en el suelo a la vez, e incluso cuando una racha de viento agita las ramas de los árboles, nos vemos envueltos en una colorida lluvia de hojas. Al mismo tiempo un sonido en el cielo nos que indica que el invierno se acerca, es el paso de las grullas, que en perfecta formación atraviesan los Pirineos por sus cumbres de menos altitud en busca de lugares más cálidos.
Dejamos que la Selva de Irati y sus habitantes continúen en sus preparativos para la nueva estación, cuando volvamos el bosque seguirá igual pero diferente….