«Pasado este valle, viene la tierra de los navarros, rica en pan, vino, leche y ganados. Navarros y vascos tienen características semejantes en las comidas, el vestido y la lengua, pero los vascos son de rostro más blanco que los navarros. Los navarros se visten con ropas negras y cortas hasta las rodillas como los escoceses y usan un tipo de calzado que llaman abarcas, hechas de cuero con el pelo sin curtir, atadas al pie con correas y que sólo envuelven las plantas de los pies, dejando al descubierto el resto. Gastan, en cambio, unos mantos negros de lana que les llegan hasta los codos, con orla, parecidos a un capote, y a los que llaman sayas. Como se ve, visten mal, lo mismo que comen y beben también mal, pues en casa de un navarro se tiene la costumbre de comer toda la familia, lo mismo el criado que el amo, la sirvienta que la señora, mezclando todos los platos en una sola cazuela, y nada de cucharas, sino con las propias manos; y beben todos del mismo jarro. Cuando los ve uno comer, le parecen perros o cerdos. Y oyéndoles hablar, te recuerdan los ladridos de los perros, por lo bárbaro de su lengua. A Dios le llaman urcia; a la Madre de Dios, andrea Maria; al pan, orguí; al vino, ardum; a la carne, aragui; al pescado, aragui; a la casa, echea; al dueño de la casa, iaona; a la señora, andrea; a la iglesia, elicera; al sacerdote, belaterra, que significa bella tierra; al trigo, gari; al agua, uric; al rey, ereguia; y a Santiago, iaona domne iacue.»
Parece ser que el francés era un poco «tikis mikis», que si comen todos del mismo plato, que si beben todos del mismo jarro… pues así se inventó el botellón….. Por otra parte es normal que el euskera le asustara un poco, imagínate que vas caminando por el bosque y te aparece un tío como Perurena con la azada al hombro y te suelta un !KAIXO, ZER MODUZ!? (hola, que tal?), me imagino al clérigo francés sacando la cruz para intentar repelerlo temiendo que igual intentaría comérselo. Tal vez por la barrera del idioma, creo que no hizo mucho amigos por aquí a tenor de como nos describe.
«Son un pueblo bárbaro, diferente de todos los demás en sus costumbres y naturaleza, colmado de maldades, de color negro, de aspecto innoble, malvados, perversos, pérfidos, desleales, lujuriosos, borrachos, agresivos, feroces y salvajes, desalmados y réprobos, impíos y rudos, crueles y pendencieros, desprovistos de cualquier virtud y enseñados a todos los vicios e iniquidades, parejos en maldad a los Getas y a los sarracenos, y enemigos frontales de nuestra nación gala. Por una miserable moneda, un navarro o un vasco liquida, como pueda, a un francés.»
Pero en lo que hemos dado un paso atrás vascos y navarros desde aquella época, es en el tema del sexo. Es bien sabido a nivel mundial que por aquí se folla poco, y no se que habrá pasado en estos siglos para que hayamos retrocedido tantas posiciones, porque en el siglo XII, debíamos ser un pueblo muy avanzado en el tema sexual por lo que nos cuenta nuestro amigo.
«En algunas de sus comarcas, en Vizcaya o Alava por ejemplo, los navarros, mientras se calientan, se enseñan sus partes, el hombre a la mujer, y la mujer al hombre. Además, los navarros fornican incestuosamente al ganado. Y cuentan también que el navarro coloca en las ancas de su mula o de su yegua una protección, para que no las pueda acceder más que él. Además, da lujuriosos besos a la vulva de su mujer y de su mula. Por todo ello, las personas con formación no pueden por menos de reprobar a los navarros.»
Lo que no sé es como se enteró este hombre de todas esas cosas, ¿estaría el pillín escondido entre los matorrales observando estas escenas XXX, mientras se daba un alivio y luego tenía que ir a confesarse?. Pero bueno, al final el roce hace el cariño y alguna cosa buena soltó de los navarros.
«Sin embargo, se les considera valientes en el campo de batalla, esforzados en el asalto, cumplidores en el pago de los diezmos, perseverantes en sus ofrendas al altar. El navarro, cada vez que va a la iglesia, ofrece a Dios pan, vino, trigo, o cualquier otra ofrenda. Dondequiera que vaya un navarro o un vasco se cuelga del cuello un cuerno como un cazador, y acostumbra a llevar dos o tres jabalinas, que ellos llaman auconas. Y cuando entra o vuelve a casa silva como un milano. Y cuando emboscado para asaltar una presa, quiere llamar sigilosamente a sus compañeros, canta como el buho o aúlla como un lobo…»
Una vez acabadas las montañas del norte de Navarra, llegó a Estella y se le abrió el cielo;
«Estella es ciudad de buen pan, excelente vino, mucha carne y pescado y toda clase de felicidad».
Así cualquiera está feliz…… y si además añadimos que el recorrido del Camino de Santiago a su paso por Estella, estaba poblado por gentes venidas de Francia, que hablaban su lengua y tenían costumbres similares ( no bebían de la misma jarra ni comían del mismo plato), que tenía iglesias por todas las esquinas, que llovía menos, y sobre todo hacía más sol. Se podía decir que ya tenía todo lo que un guiri necesita para ser feliz. (El bañarse en la playa todavía no se había inventado).
2 Comments
Que cosas más curiosas ocurrían en la edad media. Muy bueno turismo en Navarra en la edad media. Menos mal que ya han cambiado las cosas. Y los navarros y los vascos son buena gente. Oscar como cuentas estas cosas tan bien que hasta nos haces reír, y de paso aprendemos historia y curiosidades de antiguo. Espléndido tu relato nos ha encantado Abrazos y recuerdos desde Madrid
No sé por què pero a mi, un catalán de esos malos de ahorita, me resultan mas simpáticos los numerosos «pecados» navarros que describe el tal Eymeric, que las escasas virtudes que encuentra en los navarros de esa época: No sé, no siento ninguna animadversión por quienes comían en la misma mesa y del mismo plato, dueños y servicio, quienes follaban con alegría, o no no hacían demasiadas distinciones «económicas» entre un sarraceno y un francés…