Al viajar por Navarra por los valles situados al norte de Pamplona, valles de Baztán–Bidasoa, Roncal, Salalazar, etc o también en puntos de la Zona Media de Navarra, se puede tener la oportunidad de avistar unas construcciones que destacan sobre las demás, edificios que nos trasladan a tiempos de espada, honor y poder. Son las conocidas como casas torre y palacios cabo de armería. Muchas de ellas han perdido aquella prestancia señorial y guerrera que las gentes de la tierra temían y respetaban y se han reconvertido en caseríos de labranza habitadas por gente sencillas que nada tienen que ver con los antiguos palacianos. Otros permanecen abandonados con sus viejos muros agrietados o en ruinas. Pero aún hoy, algunos continúan habitados por los descendientes de sus antiguos señores o bien por nuevos dueños que han sabido restaurarlos devolviendo a las piedras su nobleza y carácter.
El verdadero origen de los palacios cabo de armería resulta difícil de precisar. Hay que decir que en estos casos, el término palacio no representa un edificio suntuoso como puede ser el Palacio Real de Olite. Estamos hablando de edificios austeros hechos para la defensa y que tal vez su origen pueda estar en los primeros caudillos baskones que se enfrentaron a las incursiones en Navarra tanto de musulmanes como de carolingios.
García de Góngora y Torreblanca, en su «Historia apologética y descriptiva del Reyno de Navarra«, impresa en Navarra en 1628, incluye una definición del palacio cabo de armería: «Palacio de cavo de armería y gentileza es el que no tiene dependencia de otro palacio ni solar, sino que él de suyo es cabeza y origen de otras casas nobles que han salido y descienden de él, y tiene su escudo, blasones e insignia de armas y apellido noble, tiene asiento en Cortes y es por fueros y leyes deste reyno exempto de quarter y otros cargos».
El palaciano estaría en la escala superior de la nobleza, eran los caballeros cabos de linaje, dueños de solares cuna de otras ramas y casas nobles que se irán estableciendo por toda Navarra y, a partir del siglo XVI, también por España y por los virrenaitos de América. Estaban exentos del pago de cuarteles y de cualquier otra contribución, de alojamiento de tropas y de cualquier otra prestación comunal. Podían aprovecharse de pastos, agua y leña en pueblos distintos al suyo. En la iglesia gozaban de honores y preeminencias y ostentaban la condición de capitán a guerra, con mando militar sobre sus paisanos a los que debía conducir al campo de batalla en caso de guerra o invasión del reino.
A partir del siglo XVIII, hubo un importante incremento de palacios ante las crecientes necesidades del erario real. La Corona española elevó a la calidad de palacios un buen número de casas hidalgas e incluso alguna cuya nobleza resultaba muy dudosa a cambio de pagos a la Real Hacienda de elevadas cantidades, con las que el rey podía afrontar a duras penas unos gastos cada día más cuantiosos. No todo el dinero recaudado salió de Navarra, las fortificaciones de Pamplona o la reconstrucción de la Colegiata de Roncesvalles fueron algunas de las construcciones costeadas gracias a los pagos realizados para conseguir la titulación de cabo de armería.
El sistema de comprar honores por dinero no fue del agrado del Reino ni de la antigua nobleza de sangre. En 1695 las Cortes de Navarra reunidas en Sangüesa, pidieron al Virrey que por ley no se volvieran a crear palacios por dinero, ya que se vulgarizaba el honor privativo de los palacios cabo de armería antiguos conseguidos por sus servicios personales en guerra y paz. Por entonces, para obtener el asiento en Cortes era preciso poseer notoria calidad, limpieza de sangre, hidalguía y nobleza, lustre y esplendor y trataban de exigir lo mismo para titularse señor de palacio cabo de armería.
Actualmente ¿Qué se exige para ocupar cargos en los gobiernos? Creo que ni el graduado escolar….
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Fantástica la excursión a San Martín de Unx y Unjue, Óscar muy buen guía.
[…] CASAS TORRE Y PALACIOS CABO DE ARMERÍA DE NAVARRA. PODER Y ORGULLO MEDIEVAL. — EXCURSIONES Y VISI… […]