El viaje de San Francisco de Javier a Japón, no fue una excursión de placer, viajar para Francisco no era una novedad, desde su castillo en Navarra hizo viajes a Francia, Italia y Portugal. Pero fue tras la fundación de la Compañía de Jesús cuando Francisco Javier inició el viaje de los viajes. Ante la petición del rey de Portugal, embarcó en Lisboa hacia la India en una misión evangelizadora sin precedentes. Once meses le llevó llegar a Goa y durante los siguientes 10 años realizó tres grandes misiones, primero recorriendo el sur de la India, después por Indonesia y finalmente por Japón.
El papa Juan Pablo II observando el castillo de Javier
En sus preparativos para evangelizar Japón, Javier utilizó como guía a Anjiro, un perseguido de la justicia japonesa que había escapado en un barco portugués y que conoció Javier en Malaca. Tras recibir Anjiro el bautismo, se convirtió en su hombre para contactar con las gentes del Japón.
– ¿Crees Anjiro, que los japoneses se convertirán pronto a mi palabra? -No tan pronto, Maestro Francisco, sino cuando vean que tus palabras concuerdan con tus obras- fue su respuesta.
Era capitán de Malaca Don Pedro de Silva, hijo del gran Vasco de Gama y gran amigo de Javier, éste no encontró manera de montar un navío de gran calado y, como el tiempo de los vientos favorables urgía, no tuvo más remedio que apalabrar el junco chino del pirata Aván. Como no era muy de fiar, el capitán Don Pedro retuvo como rehén a su mujer y le hizo jurar que navegaría directamente a Japón.
El 24 de Junio de 1549, los jesuitas Javier de Navarra, Cosme Torres de Valencia y Juan Fernandez de Córdoba, se metieron en el junco fabricado todo él de bambú, mal acomodados entre sacos de pimienta y cuantiosos regalos que llevaban para ofrecer al emperador de Japón.
Durante la larga travesía, a Javier le sacaba de quicio todo el tiempo que perdía Aván y la tripulación con las interminables ceremonias dedicadas a un ídolo situado en una hornacina de popa, una diosa del mar llamada Ma Tso Po, conocida como la reina de las hadas a la que día y noche mantenían encendida una lámpara en su honor. Para Javier no era más que un ídolo satánico como dejó constancia en un texto suyo.
» Vinyendo nuestro camino comenzaron los gentiles de hechar suertes y hazer preguntas al ídolo, si en el navío que hívamos avía de tornar de Japán a Malaca, y salió la suerte que Yría a Japán, mas que no tornaría a Malaca; y de aquy acabó de entrar desconfianza en ellos para no yr a Japán, sino de ynvernar en la China y guardar otro año. Ved el trabajo que podíamos llevar en esta navegación, estando al parecer del demonyo y de sus syervos si avíamos de venir a Japán o no, pues los que regían y mandavan el navío no hazían más de lo que el demonyo por sus suertes les dezía.»
El resto del texto nos relata las vicisitudes sufridas por la costa de Conchinchina, navegando entre tormentas y tifones, y de los continuos sacrificios de diferentes animales que la tripulación y su capitán hacían a su ídolo para que los protegiera.
» Ved en qué estavan nuestras vidas, en suertes de demonios, y en poder de sus siervos y ministros. Qué fuera de nosotros si Dios permitiera al demonio hazernos todo el mal que nos desseava? «
A pesar de todo, y como Javier diría;
-Ni el demonio y sus ministros pudieron impedir el viaje.
Y el 15 de agosto desembarcaron en Kagoshima dispuestos a descubrir y evangelizar el misterioso Japón.