Salió de Navarra hacia Estados Unidos para acabar finalmente en México. Era el año 1916, veinte años atrás nació a las puertas de la Selva de Irati, en el precioso Valle de Aezkoa, al pie de las montañas del Pirineo navarro, en un pequeño pueblo llamado Abaurrea Baja o Abaurrepea en euzkera. Feliciano Iribarren Arrese, criado en una familia de diez hermanos dedicada a la ganadería fue uno de tantos que abandonaron su tierra natal para buscar una mejor vida en algún lugar de América.
La despedida con sus padres, sus hermanos más pequeños y su novia, Susana de Machingo, fue triste.
Antes de la partida su abuela Juana María le había dado a Feliciano un regalo que jamás olvidaría:
Era una bolsita, como de seda, color verde aceituna y estas palabras:
Le dijo que cuando regresara a España se la llevara llena de dinero. Que nunca volviera ni pobre ni viejo. Pienso que ella le dio a entender que tenía que triunfar en América”
Hasta aquí sería un relato más de emigrantes, y fue precisamente a raíz de la publicación en este blog de «la emigración navarra a México. Desde héroes de la Independencia a dominadores del pan.» https://navarraexcursiones.com/2020/12/29/emigracion-navarra-mexico-elizondo-baztan/ cuando la hija de Feliciano, Cristina Iribarren se puso en contacto conmigo para comentarme sobre la vida de su padre y ahí descubrí la historia de Feliciano, la cual cobra aún más relevancia en la actualidad. En unos tiempos en que la emigración y la búsqueda de vacunas para salvarnos de la pandemia son las noticias principales de cada día, en un momento en que nos estamos dando cuenta de la importancia de la ciencia y de la investigación, muchos años atrás Feliciano ya estaba preocupado por las enfermedades que asolaban en su época y prometió levantar un monumento a quien lograse curar enfermedades como la neumonía y las infecciones, las cuales acababan con muchas vidas.
Corría el año de 1928 cuando don Feliciano Iribarren Arrese se enteró por los periódicos de un suceso inaudito, insólito, extraordinario:
El descubrimiento de la penicilina por el sabio científico escocés Alexander Fleming.
Ocurrió cuando unos cultivos de estafilococos que Fleming había dejado en el laboratorio, antes de irse de vacaciones de verano, se contaminaron con un hongo llamado penicillium notatum,
A su regreso en septiembre, Fleming observó que alrededor del moho se habían formado zonas circulares en las cuales no se detectaba presencia de bacterias, un hallazgo que décadas después revolucionaria la medicina de siglo XX.
Millones, o quizá billones, de personas en el mundo se salvaban de morir de diversos tipos de enfermedades causadas por bacterias, que se consideraban incurables o muy difíciles de sanar, gracias a la penicilina.
Por su descubrimiento Fleming recibió en 1945 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, que compartió con el patólogo británico de origen australiano H. W. Florey y el químico británico de origen alemán E.B. Chain, los científicos que lograron aislar y producir el antibiótico.
Hoy Fleming es considerado uno de los 100 hombres más importantes del siglo XX.
Feliciano había quedado maravillado, encantado, con tal descubrimiento y decidió que le pondría un monumento a Fleming a las afueras de su rancho “Pirineos”, a orillas de la carretera 57, en el tramo que va de Monclova a Sabinas, Coahuila.
Feliciano Iribarren nunca volvió a Abaurrea Baja, aunque como cuenta su hija nunca se olvidó de su tierra y mantuvo el contacto con sus padres a través de las cartas. «Eran unas cartas muy tristes, porque el abuelo les decía que todos los días salía a Los Pirineos, o sea a las montañas navarras, para ver si veía venir a uno de sus hijos de América. Les mandaban decir de la muerte de la abuela Fernanda, de todas las novedades de allá, de los que se casaban, les preguntaba que cómo estaba México, que a qué se habían dedicado, que cuánto ganado tenían, que le mandaran unos guantes de piel, una chaqueta. Eran cartas muy hermosas las que les escribía en 1922 que me da mucho sentimiento, porque cuando la inundación de Sabinas en el 2010 se perdieron todas»
La pregunta que todos nos hacemos de como se le ocurrió hacer un monumento a alguien quien vivía a miles de kilómetros también se la hizo su hija. “le decía yo ‘papá, ¿por qué hizo eso?’, dijo ‘porque yo admiraba mucho a Fleming, por todas las vidas que salvó’ y dijo ‘cuando yo me muera van decir de mí que era «un vasco loco que hizo un monumento’”.
7 Comments
Soy bisnieta de Braulio Iriarte Goyeneche. Me encantan sus correos y espero tener la oportunidad de volver a Elizondo pronto. ❤️
María Elena Barberena
Enviado desde mi iPhone
Hola María, que alegría tener noticias de descendientes de una persona con tanta historia como tu bisabuelo. Contento de que te gusten mis publicaciones, yo disfruto mucho descubriendo las historias de nuestros antepasados. Espero que tengas pronto la oportunidad de volver por aquí. Un abrazo.
Felicidades una hermosa narración gracias por compartirla
Te mando un abrazo con mucho cariño
Me alegro mucho de que te haya gustado. Te mando otro abrazo desde Navarra.
Hola. Mi bisabuelo, Vicente Iriarte Iribarren, vino a Argentina desde Abaurrea Baja. Nacido en 1879, emigró en 1898. He estado en Abaurrea Baja, en la casa Iribarren. Qué bueno ver esta nota por acá!
Hola Juan, me alegro de que te haya gustado. Probablemente tu bisabuelo sería pariente de Feliciano. Un saludo
Hola soy nieto de Feliciano
Me siento orgulloso de mi abuelo y que la historia conozca la hazaña que dejo mi abuelo que fue un hombre muy que rido y amado por la gente de sabinas Coahuila México y sus alrededores saludos un día iré de vacaciones Abaurrea Baja